La regulación emocional es una de las competencias básicas de la inteligencia emocional. Consiste en la habilidad de vigilar, regular, mantener, aumentar o suprimir las emociones o estados afectivos en curso (Santander, Gaeta, Martínez-Otero, 2020; Medrano, Moretti, Ortiz y Pereno, 2013).
Bisquerra (2003 en Santander, Gaeta, Martínez-Otero, 2020) define la competencia de regulación emocional como la capacidad de manejar las emociones de forma apropiada y menciona cinco microcompetencias subsecuentes a esta, las cuales son: tomar conciencia de la interacción entre emoción, cognición y comportamiento, expresión emocional, capacidad para la regulación emocional, habilidades de afrontamiento y competencia para autogenerar emociones positivas.