Las relaciones entre el profesor y el estudiante así como entre los estudiantes son muy importantes en el aprendizaje invertido.
Cuando se hace correctamente, la enseñanza es una interacción humana que despierta los intereses de los estudiantes, lo que hace al maestro más necesario que el mero contenido: los estudiantes necesitan profesores apasionados y preocupados por ellos, que los motiven a alcanzar la excelencia (Bergmann y Sams, 2014).
El aula invertida nos ha permitido empoderar a los estudiantes para desear aprender más contenidos con mayor profundidad, y en un ambiente rico en interacciones que los ayudará a tener éxito (Bergmann, Sams, 2012).
Por último, el modelo es perfectamente aplicable a cualquier disciplina y nivel académico. El único requisito es el perfil del profesor, el cual debe ser activo, entusiasta, capaz de adaptarse a las necesidades del grupo y creativo para variar el método de enseñanza.
Estas características son tan importantes como el dominio del conocimiento disciplinar, y sin ellas, implementar el modelo invertido puede resultar contraproducente.
La invitación es a adoptar una actitud entusiasta ante la innovación y empezar a implementar el aula invertida de manera gradual.