Una propuesta de intervención se constituye por las siguientes fases y momentos.
a) La fase de planeación. Comprende los momentos de elección de la preocupación temática, la construcción del problema generador de la propuesta y el diseño de la solución.
b) La fase de implementación. Comprende los momentos de aplicación de las diferentes actividades que constituyen la Propuesta de Intervención y su reformulación y/o adaptación, en caso de ser necesario. Bajo esa lógica es necesario tener presente que la solución parte de una hipótesis de acción que puede o no, ser la alternativa más adecuada de solución, por lo que solamente en su aplicación se podrá tener certeza de su idoneidad.
c) La fase de evaluación. Comprende los momentos de seguimiento de la aplicación de las diferentes actividades que constituyen el proyecto y su evaluación general. Esta fase es muy relevante si se parte del hecho de que no es posible realizar simplemente una evaluación final que se circunscriba a los resultados sin tener en cuenta el proceso y las eventualidades propias de toda puesta en marcha de un Proyecto de Intervención. Una vez cerrada esta fase de trabajo es cuando, en términos estrictos, se puede denominar Propuesta de Intervención.
d) La fase de socialización-difusión. Comprende los momentos de: socialización, adopción y recreación. Esta fase debe conducir al receptor a la toma de conciencia del problema origen de la propuesta, despertar su interés por la utilización de la propuesta, invitarlo a su ensayo y promover la adopción-recreación de la solución diseñada.
Estas etapas, para fines didácticos, se presentan de manera lineal, sin embargo, es un proceso adaptativo que permite un ajuste entre la realidad que se le presenta al agente interventor y su actuar, constituido por tres acciones: la problematización, la formulación de la hipótesis de acción y la elaboración de la propuesta (Barraza, 2005, Pozo y Salmerón, 1999).